LA CENICIENTA
HUBO UNA VEZ UNA JOVEN MUY BELLA QUE NO TENÍA PADRES, SINO MADRASTRA, UNA VIUDA CON DOS HIJAS, UNA MÁS FEA QUE LA OTRA. ERA ELLA QUIEN HACÍA LOS TRABAJOS MÁS DUROS DE LA CASA Y COMO SUS VESTIDOS ESTABAN SIEMPRE TAN MANCHADOS DE CENIZA, TODOS LA LLAMABAN CENICIENTA.